Pero al despertar no me importa la realidad, solo importan los restos de flores secas que habitan en la soledad de unas sabanas rotas por el dolor que produce la tristeza.
Y al volver la noche mi cuerpo vuelve a convertirse en tormenta y espera la llegada de flores vivas a la maleza que hay en mi cabeza pero despierto y el dolor me corrompe y agrieta la dulce llama de mi paranoia.
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